lunes, 10 de septiembre de 2012

"Para aproximarse a San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia", por Fco. Javier Díaz Lorite


    PARA APROXIMARSE A SAN JUAN DE ÁVILA, DOCTOR DE LA IGLESIA

    Introducción

    Estamos llegando a un punto culminante de un largo recorrido: San Juan de Ávila será proclamado el 7 de octubre de 2012 Doctor de la Iglesia Universal. San Juan de Ávila es un regalo del Espíritu a su Iglesia, como nos decía la misma Teresa de Jesús: “una gran columna”. Creo que el Santo Maestro es un regalo muy especial para nuestro tiempo, necesitado de hombres llenos de Dios que nos acerquen a Dios. Sin duda, es un regalo del Espíritu para la Iglesia de hoy: laicos, consagrados, presbíteros, obispos, etc. Creo que no es casualidad que en los comienzos del tercer milenio y en el contexto de la aplicación más fuerte del Concilio Vaticano II y de la nueva evangelización San Juan de Ávila se ponga encima del candelero para que su luz alumbre a todos los de casa y así den gloria al Padre que está en los cielos. Su proclamación como Doctor de la Iglesia es un punto de llegada y comienzo de una tarea. El papa Benedicto XVI al anunciar la fecha de la declaración de Doctor Universal, junto a la Santa Hildegarda de Bingen, nos decía en el Regina Coeli: “Estas dos figuras de santos y doctores son de gran importancia y actualidad. Incluso hoy en día, a través de su enseñanza, el Espíritu del Señor Resucitado sigue resonando su voz y para iluminar el camino que conduce a la verdad que es lo único que puede hacernos libres y dar pleno sentido a nuestras vidas”

    Nos decían los Obispos españoles en el Mensaje a todo el Pueblo de Dios con motivo del Vº centenario de su nacimiento: “Al comenzar un nuevo milenio, en este tiempo en el que la Iglesia tiene la urgencia de una nueva evangelización, creemos que la doctrina y el ejemplo de vida de San Juan de Ávila pueden iluminar los caminos y métodos que hemos de seguir. Y el nuevo ardor necesario para anunciar a Jesucristo y construir la Iglesia se encenderá al contacto con su celo apostólico. Él es un verdadero `Maestro de evangelizadores´. Sus enseñanzas nos ayudarán a todos los miembros del Pueblo de Dios en el fiel cumplimiento de nuestra vocación […] Los distintos campos y dimensiones de nuestra pastoral y de la nueva evangelización, a la que estamos convocados, se ven iluminados y fortalecidos a la luz de los escritos y vida de este santo pastor y evangelizador”. Y por eso nos dicen a todos: “Os exhortamos a hacer de San Juan de Ávila un santo querido, cuya devoción se extienda en nuestras parroquias y comunidades, a rezarle y ponerlo como intercesor y, sobre todo, a imitar su ejemplo de vida”1.

    Quiero resaltar lo siguiente de lo aquí afirmado: Los Obispos españoles escriben un Mensaje, no sólo a los sacerdotes, con ocasión de la celebración del Vº centenario del nacimiento del patrón de los sacerdotes diocesanos seculares españoles, sino a todo el Pueblo de Dios, para que lo conozcan, lo lean, lo amen y lo imiten. También el santo Padre, aunque lo hace en la catedral de la Almudena rodeado de seminaristas, anuncia su decisión de declararlo pronto Doctor de la Iglesia Universal ante la multitud de jóvenes laicos de todo el mundo y para toda la Iglesia. Es decir, San Juan de Ávila, hasta ahora patrón del clero español desde 1946, y conocido en nuestro tiempo prácticamente solo por sacerdotes, y mas bien mayores de 60 años, es ahora puesto como ejemplo de doctrina y vida para todo el Pueblo de Dios: laicos, consagrados, presbíteros y obispos. Esto supone un cambio sustancial que nos tiene que poner a todos en marcha. Los Delegados y Vicarios para el clero creo que tenemos una tarea muy especial: conocerlo, leerlo, imitarlo y darlo a conocer a los sacerdotes y ayudarles a éstos a darlo a conocer a su vez a los laicos, para que también éstos lo lean, lo amen e imiten.

    Quisiera resaltar aquí los aspectos que considero que San Juan de Ávila nos puede servir de luz como auténtico Maestro y Doctor para unos sacerdotes y laicos en un momento de necesidad de un reencuentro con Dios, de ser místicos en el ejercicio del ministerio y en la vida ordinaria, es decir, de una autoevangelización, que es el primer paso para una auténtica nueva evangelización. Qué debemos aprender e imitar de San Juan de Ávila hoy laicos, consagrados y sacerdotes, y los caminos para hacerlo.

    Lo hago sabiendo que no agoto el tema, y comprendiendo que el camino aquí propuesto no es el único. Es sólo una sugerencia entre las muchas posibles, pero que ofrezco después de largos años de meditación de la doctrina y vida de San Juan de Ávila y de charlas a sacerdotes y laicos durante 12 años.

    1. San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia

    El Papa ha anunciado que será declarado Doctor de la Iglesia Universal el 7 de octubre de 2012. “Un Doctor de la Iglesia -nos dicen los Obispos españoles en la última plenaria- es quien ha estudiado y contemplado son singular clarividencia los misterios de la fe, es capaz de exponerlos a los fieles de tal modo que les sirvan de guía en su formación y en su vida espiritual, y ha vivido de forma coherente con su enseñanza”. Para ser Doctor de la Iglesia antes se necesitaba sólo que su doctrina fuese eminente. Ahora se incluye también que su vida sea un espejo vivo de esta doctrina eminente, es decir, que haya vivido lo enseñado. Y esto lo cumple con creces San Juan de Ávila. Otro requisito es que su enseñanza sea de carácter perenne para el bien de los fieles de todos los tiempos, lo que también sucede con nuestro querido San Juan de Ávila. Y otro punto que quiero resaltar, y éste es en el que actualmente hay que avanzar mucho, es que tenga una resonancia universal. Y digo actualmente, porque esto sí se cumplía en los tiempos de San Juan de Ávila y en todos los tiempos, pues sus obras y enseñanzas se tradujeron rápidamente al inglés, italiano, francés, y alemán y tantos santos de todos los tiempos han bebido de su doctrina y vida. Hoy hay que reconocer que los sacerdotes españoles de menos de 60 años han oído hablar poco de San Juan de Ávila, y muchos menos se han acercado a sus escritos en directo; y si esto ocurre con los españoles ya nos podemos hacer una idea con los de los demás países, incluso de lengua castellana. Hasta sus Obras completas de 1970, que tuvieron un gran auge con motivo de su canonización, pronto se agotaron y no se volvieron a publicar hasta la nueva edición en la BAC maior entre los años 2000-2003, cosa que está favoreciendo de nuevo el trato directo con sus escritos, pero mas bien por parte de los sacerdotes que de los laicos, pues se pierden en tal bosque de riqueza y no saben por donde empezar, ni encuentran quien les guíe en la lectura. Además, aunque el castellano de San Juan de Ávila es riquísimo, comparado hasta incluso en calidad con el de Cervantes, es demasiado incipiente y lejano al nuestro, con lo que los lectores, especialmente laicos, encuentran dificultades de compresión y familiaridad. Para subsanar estas dificultades propondremos algunas iniciativas a lo largo de estas páginas.

    1. Un sacerdote diocesano secular Doctor de la Iglesia

    Sin duda es providencial que un sacerdote diocesano secular sea declarado Doctor de la Iglesia Universal. Hoy, cuando hemos oído que “el sacerdote del siglo XXI será místico o no será” es un regalo que Dios nos proponga a San Juan de Ávila como un verdadero guía y compañero de camino para llegar a serlo. Está claro que cuando aquí hablamos de místico no nos referimos a aquellos con más o menos experiencias especiales de Dios, sino a quienes viven intensamente unidos a Dios. Con San Juan de Ávila podemos vivir claramente nuestra identidad de sacerdotes seculares en los momentos actuales, y así no deshacernos en la nada de una vocación sin sentido si no está unida a Dios, y si no sigue los pasos del mismo Cristo, a quien re-presentamos, unidos a los demás presbíteros y a nuestro obispo. San Juan de Ávila es un verdadero apóstol que ha vivido como espejo del mismo Jesucristo, por eso su enseñanza es luz para que los obispos y sacerdotes puedan vivir la santidad en el ejercicio de su ministerio, y así poder ser “místicos” en la tarea pastoral diaria, asumiendo todos ellos la tarea apostólica común en sus respectivos presbiterios y en clave misionera.
    Sin duda, los sacerdotes seculares, unidos a sus respectivos obispos, son la columna vertebral de la Iglesia, que aúnan, impulsan, disciernen y promueven los demás carismas y la unidad de todo el Pueblo de Dios. Sin ellos la Iglesia perdería la composición de Cuerpo de Cristo. Todos los demás carismas tienen su sentido si están ensamblados en la columna vertebral que representa el carisma apostólico encarnado en los obispos y en sus más inmediatos colaboradores, los sacerdotes diocesanos seculares. San Juan de Ávila, sacerdote diocesano secular, constituye un ejemplo a seguir para saber ser hoy sacerdote diocesano secular.

    Me quisiera referir en esta exposición a algunos aspectos e ideas que creo deben ser conocidos e imitados especialmente por los sacerdotes y especialmente a los laicos. San Juan de Ávila tiene mucho que enseñar a los laicos de nuestro tiempo. Hasta ahora para ellos ha sido un gran desconocido. Aunque al final me referiré algo también a los sacerdotes, pues como ya he dicho, queda todavía un camino para que los sacerdotes actuales, sobre todo de menos de 60 años, lean a San Juan de Ávila, por ser éstos los que creo que tienen menos conocimientos de él tienen por varios motivos, a los que me referiré en su momento, proponiendo algunas líneas de actuación para darlo a conocer también a ellos, así como fomentar su imitación.

    3. El Doctor Juan de Ávila, Maestro para los laicos de hoy

    Los pastores de hoy tenemos una obligación: la de poner en el conocimiento de nuestros fieles laicos las enseñanzas y el ejemplo de San Juan de Ávila y favorecer que ellos lo puedan leer directamente, meditar su doctrina y ejemplo, y así lo puedan amar e imitar. Esto es una tarea urgente, porque es un regalo del Señor para los cristianos laicos de hoy; ya que vemos que se cumple cada día con más certeza lo afirmado hace algún tiempo: “El cristiano del siglo XXI será místico o no será”. Hay, por tanto, que dar a conocer al que es maestro de santidad y de vida de unión con Dios permanente, que en esto consiste lo del ser místico. No les podemos privar a los laicos de este derecho. Repetimos que la luz está puesta para que alumbre a todos los de casa y así todos den gloria al Padre que está en los cielos.
    A los laicos de hoy no les pasa lo que a los laicos de su tiempo, que conocían perfectamente a San Juan de Ávila. Por eso llenaban las iglesias al saber que era él el que predicaba. También les era muy familiar a los católicos laicos del XVI y XVII, pues gracias a la lectura del Audi,filia, traducido inmediatamente al italiano (1581), francés (1588), alemán (1601), y en 1620 al inglés, lo que permitió que los católicos ingleses pudieran seguir manteniéndose en su fe católica ante la embestida de Enrique VIII.
    A muchos laicos les llegó su doctrina y ejemplo a través de tantos santos y de sacerdotes que bebieron de él; y esto durante siglos. Todavía en nuestros pueblos, se conservan, aunque la gente no sepa que proceden de su influjo, la importancia de la celebración de la Eucaristía y de la presencia real de Cristo en ella, pues él recomienda vivamente la oración ante el Señor en la Eucaristía. Esta devoción eucarística la promueve de modo singular en la fiesta del Corpus, que cobra gracias a él, una vitalidad y auge extraordinarios, conservándose aún hoy. También San Juan de Ávila es un gran promotor de la devoción a la Virgen María. No es de extrañar que a España y a Andalucía se le haya denominado la tierra de María. Y así otras devociones y manifestaciones profundas de fe tienen mucho que ver con lo enseñado por el Santo Maestro. Otras doctrinas centrales en su enseñanza no se han conservado tanto entre nosotros, al menos con la intensidad con la que él lo hacía, como es el valor del Espíritu Santo en la vida cristiana y la importancia del acontecimiento de Pentecostés, el de entonces y el que hoy se realiza. Prueba de la importancia que para él tenía es que un día, ya muy enfermo, se lamentara de que ni siquiera pudiese ya predicar de lo que más le gustaba: la celebración el Corpus y la de Pentecostés.

    4. Darlo a conocer a los laicos

    Tenemos que reconocer que para la gran mayoría de nuestros laicos San Juan de Ávila es un gran desconocido. Muchas veces cuando voy a hablar de San Juan de Ávila, tengo que empezar diciendo que no es san Juan de la Cruz, pues rápidamente lo asocian con aquel, ya que San Juan de la Cruz nació en la provincia de Ávila y también estuvo relacionado, aunque de otra forma, con Santa Teresa de Jesús. A la gente les parecen todos de la misma época y no distinguen años: A todos los meten en el saco de los grandes santos del siglo XVI, sin darse cuenta que San Juan de Ávila, es 15 años mayor que Santa Teresa, y 42 años mayor que San Juan de la Cruz; si bien sus vidas y enseñanzas, como sabemos, estén en muchos casos muy relacionadas entre sí. No es de extrañar que algunos, después de oír la charla de 50 minutos sobre San Juan de Ávila, me digan, quizás por despiste o ya costumbre: “encuentro muy interesantes esos aspectos de la vida de San Juan de la Cruz, digo, de Ávila”.

    A este desconocimiento de San Juan de Ávila ha contribuido el que se quedara durante mucho tiempo en simple cura; declarado Beato en el lejano 1894, y santo en 1970, cuatrocientos años después de su muerte. Fue proclamado Patrón del clero secular español en 1946. La mayoría de los estudios sobre él se han referido fundamentalmente a la espiritualidad sacerdotal: sacerdote ejemplar, ejemplo de santidad para los sacerdotes y seminaristas, etc; relegando otras facetas muy importantes como es la de predicador y guía de los laicos, para quienes su corazón estuvo también abierto. Es más, si dedicó tanto tiempo a los sacerdotes, aún estando muy enfermo, solía decir que en los sacerdotes veía a todo el mundo; es decir, sabía que su labor con los sacerdotes iba a repercutir en la espiritualidad y vida de los laicos a ellos encomendados. Aquí tenemos los sacerdotes una tarea importante: primero conocerlo bien, amarlo e imitarlo; y segundo, saber darlo a conocer para que lo puedan amar e imitar todos los laicos y consagrados.

    5. Aspectos de su doctrina y vida dignos de conocimiento e imitación de los laicos

    En este apartado quiero indicar brevemente aquellos aspectos de la enseñanza y vida de San Juan de Ávila que pueden ser más significativos para lo que nuestros laicos hoy necesitan, de modo que creo que éstos podrían ser los que habría que ahondar más en su conocimiento e imitación en las circunstancias actuales:

    • Hombre en continua búsqueda de la voluntad de Dios, primero para descubrir su vocación fundamental y luego para ir viviéndola en el día a día. De ahí que regresase a su pueblo natal desde Salamanca y dejara “las negras leyes”. Se diera cuenta de su vocación sacerdotal y vivirla con la hondura y humildad del Señor, lo que le llevó siempre a rechazar cualquier cargo que sonara a honra humana: canónigo magistral en varias ocasiones y catedrales, Arzobispo de Granada, Obispo de Segovia, capelo cardenalicio, etc. Lo suyo fue siempre la misión al estilo de Jesús de Nazaret, del de pablo y de Francisco de Asís.

    • (Dios Padre). San Juan de Ávila es un hombre de intensa familiaridad con Dios porque ha descubierto el amor de Dios: que lo libera de su miseria, de él mismo, y lo colma de su amor con su gran misericordia. Ha experimentado que Dios se le da. Como dicen nuestros obispos: “podemos calificarlo como el Doctor del amor de Dios a los hombres en Cristo Jesús”. Esto es lo que he querido poner de manifiesto en mi libro: Experiencia del amor de Dios y plenitud del hombre en los escritos de San Juan de Ávila2. Esta familiaridad con Dios nunca la perderá ni siquiera en tiempos de dificultad: ni física, ni de injurias, ni de sequedad y tiniebla espiritual, etc.

    • (Jesucristo). El Maestro Ávila tiene absoluta confianza absoluta en Dios, cuyo amor lo ha experimentado sobre todo desde la cruz de Jesús. La experiencia del Señor crucificado en la cárcel de Sevilla cuando contaba 31 años fue decisiva. Ahí es donde radica toda su confianza en Dios, pues nos dio todo lo que tenía, a su propio Hijo. Y si nos los dio y lo entregó a la muerte por nosotros, y Él mismo se entregó, cómo no nos dará todo lo demás. En la cruz tiene puesta su mirada y su corazón, porque desde la cruz nos miran el Padre, el Hijo y el Espíritu con amor entrañable.

    • (Espíritu Santo). San Juan de Ávila es el hombre del Espíritu: que le guía y calienta con su amor. No ora sino en el Espíritu, por eso el comienzo de su oración es una invocación al Espíritu. Y para definir la unión del Espíritu con cada uno de nosotros hasta inventa una palabra: “espirituación”, es decir, que es tan grande la inhabitación del Espíritu en nosotros que es a modo de encarnación.

    • (Palabra de Dios). Es un creyente que vive de la Palabra de Dios, contenida especialmente en la Sagrada Escritura según la enseña la Iglesia. Ella es objeto de continua oración, estudio con los más modernos comentarios, imitación y la base de su predicación. También la Palabra de Dios leída desde la vida y los signos de los tiempos.

    • Hombre de Iglesia, que la ama profundamente. Todos sus escritos rezuman este amor a ella, pues es la esposa de Cristo, el Cuerpo de Cristo; aunque como ninguno vea también su rostro tan desfigurado por los pecados de aquellos que tenían que ser ejemplo para los demás: obispos y sacerdotes.

    • (Caridad pastoral). Su vida es de amor y entrega a los demás. Es un hombre para los demás, afable, entrañable, lleno de caridad. En él se reflejan las entrañas de misericordia del Padre. No es de extrañar que tantos acudan a él, pues estaban necesitados de este amor de Dios, y él es el rostro vivo de este amor para ellos. Nos dicen los biógrafos que a cada uno trataba con tanta atención y amor como si ningún otro existiese. San Juan de Ávila es un vivo ejemplo de la caridad pastoral. Su amor es hacia todos: los laicos, religiosos, sacerdotes, obispos, sin distinción de sexo, rango, etc. Sus cartas no son sino reflejo de este amor hacia aquellos que acuden a él para pedir ayuda de todo tipo, tanto espiritual, como en los más variados asuntos: enfermedad, sequedad espiritual, vejez, búsqueda de la voluntad de Dios, cómo racionalizar el tiempo, cómo ser buenos gobernantes tanto civiles como religiosos, etc.

    • Apóstol: En él nos encontramos con un verdadero Pablo o Francisco de Asís que están llenos de Jesucristo y por eso lo predican a los cuatro vientos. Siguiendo la enseñanza y vida de San Juan de Ávila seguimos el rastro de la doctrina y vida de los primeros apóstoles. Es un Maestro en evangelización, predicando con palabras llenas de sabiduría humana y divina, haciéndose entender por los oyentes de toda clase y condición acompañadas de un ejemplo de vida verdaderamente evangélico. Para la evangelización utiliza todos los medios posibles: a la gran masa –predicando en mercados, plazas, iglesias, etc.- y a grupos fermento –meditación de la Sagrada Escritura con muy ricos comentarios- profundos y adaptados a los participantes, canto del catecismo por las calles en coplillas para que sea más pegadizo, religiosidad popular pero bien enfocada (culto y caridad hacia los más pobres), etc.

    • Vida evangélica: Es un verdadero ejemplo de lo que es vivir los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, en medio de una Iglesia que necesita vivirlos con urgencia y en una sociedad donde una clase opulenta, que se dice cristiana, alardea de su cristianismo rancio mientras el pueblo pasa necesidad y hambre y donde los valores cívicos más elementales dejan mucho que desear.

    • Fomento de la Eucaristía, amor a la Virgen María, etc.

    • Fomento y organización de la formación continua integral de los sacerdotes (en las dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral), tanto en el periodo previo a la ordenación, seminarios, como durante el ejercicio del ministerio3.

    • Transformación de la sociedad. Éste es uno de los aspectos que merecen hoy un estudio muy a fondo pues es una de las grandes aportaciones de San Juan de Ávila. Porque, como decía Pablo VI, y nos repiten todos los Papas, la auténtica evangelización tiene que producir un efectivo cambio de la sociedad en germen del Reino. Con San Juan de Ávila se pacifican ciudades –Baeza-, se atiende a los más desfavorecidos -viudas, huérfanos, enfermos-, se crean escuelas para la educación integral de los alumnos, se convierten tanto pudientes, como súbditos. Se evangeliza a los responsables de la sociedad, a los que gobiernan, y se les indica cómo tiene que ser un buen gobernante tanto de pueblo, como los mismos reyes.

    • Un verdadero humanista que sabe compaginar fe y cultura, técnica y progreso integral, fe y razón, Iglesia y mundo, renacimiento y fe, modernidad y creencia en Dios.

    • Reformador de la Iglesia. Con su enseñanza, y sobre todo con su ejemplo, San Juan de Ávila es un auténtico reformador de la Iglesia, pero desde dentro. Cosa digna de aplicar hoy cuando se necesita aplicar la renovación que propuso el Espíritu en el Vaticano II. ES importante leer y meditar lo recogido por Tellechea Idígoras, J. Ignacio: “Juan de Ávila, el Maestro”, en Surge, julio-agosto 2000, págs. 303-320. Se trata de la conferencia pronunciada en Montilla en el encuentro-homenaje de los sacerdotes españoles con motivo del V centenario de su nacimiento. Está dirigida especialmente a obispos y presbíteros y recoge sobre todo las enseñanzas de san Juan de Ávila como reformador de la Iglesia, comenzando sobre todo, como el mismo Maestro sostenía, por los pastores.

    6. Caminos para introducirnos en su conocimiento

    Uno de los mayores retos que tenemos para dar a conocer a San Juan de Ávila es que no disponemos de muchos materiales adecuados asequibles y sencillos para los laicos. La mayoría son estudios que se refieren, como he dicho, más bien a la espiritualidad sacerdotal, y que están, por otra parte, o en libros demasiado voluminosos, o en revistas de difícil acceso para laicos no especializados. De todas formas recomiendo algunos que creo imprescindibles y asequibles.

    6.1. Biografía realizada por Fray Luis de Granada4

    Es la primera biografía de San Juan de Ávila, que ve la luz en 1588. Aunque no es una biografía al uso, pues no recoge en sentido exhaustivo todos los detalles que le fueron facilitados por los discípulos del Santo Maestro, Fray Luis de Granada nos introduce bien en el alma de San Juan de Ávila, sobre todo en los aspectos fundamentales que movieron su doctrina y vida. No es larga y fácil de leer y encontrar.

    6.2. Otras biografías más completas pero más difíciles para los laicos

    Para los que deseen adentrarse más en la biografía de San Juan de Ávila pueden hacerlo leyendo la obra de Luis Muñoz, Vida y virtudes del venerable varón el P. Mtro Juan de Ávila, predicador apostólico; con algunos elogios de las virtudes y vidas de algunos de sus más principales discípulos, de 1635. Es más exhaustiva que la primera, aunque su lenguaje es más difícil y resulta un tanto pesada. Recoge más detalles que la de Fray Luis de Granada, pues incorpora los testimonios de los que atestiguan en los procesos de Beatificación, pero sin especificar si se trataba de los primeros testigos, algunos ya muy mayores o de otros de la segunda generación. Ha sido publicada también por EDIBESA.

    Creo que una biografía más actualizada y ordenada y todavía no superada es la de Sala Balust, que se contiene en el tomo I de las Obras completas de la BAC, págs. 3-166. Creo que es de obligada referencia para los sacerdotes y un tanto larga para los laicos en general.

    6.3. Un libro interesante para el conocimiento divulgativo de San Juan de Ávila

    Tanto para sacerdotes como para laicos recomiendo vivamente un libro que acaba de salir de Lope Rubio Parrado-Luis Rubio Morán, San Juan de Ávila, Maestro y Doctor, Sígueme, Salamanca 2012, 157 págs. La primera parte contiene una biografía de 76 págs. muy exhaustiva y asequible, tanto para sacerdotes como para laicos. Es un resumen de la biografía de Sala Balust recogiendo también las más recientes aportaciones de Francisco Martín Hernández, Melquíades Andrés y Baldomero Jiménez Duque. En la segunda parte, ofrece una buena selección de textos sobre la identidad cristiana, sacerdotal y para consagrados. Creo que el esquema que sigue está muy bien logrado:

    1. Comienza con la identidad del cristiano (Fundamento trinitario –Dios es amor- Padre, Hijo y Espíritu Santo y las virtudes teologales –fe-esperanza y caridad).
    2. La identidad existencial del cristiano: La Iglesia, la eucaristía, la cruz, María, la oración.
    3. Identidad de las diferentes modalidades de la vocación cristiana: Identidad y existencia de los cristianos laicos, identidad y existencia de los cristianos religiosos, identidad, vocación y existencia de los cristianos ordenados presbíteros.
    4. Identidad siempre necesitada de reforma: reforma de los cristianos, la reforma del clero.
    Epílogo: San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia universal.
    Cierra el libro con una cronología bastante exhaustiva de 4 págs.

    Me parece una obra muy interesante y que aconsejo vivamente para una introducción a la vida y doctrina de San de Ávila. De todas formas, me hubiese gustado que hubiese introducido más párrafos de sus cartas. Utiliza algunas, pero abundan más textos de Audi, filia, pláticas y sermones, que de ellas.

    6.4. Autobiografías espirituales

    San Juan de Ávila, debido sobre todo a los problemas con la Inquisición, refiere poco en sus escritos sobre lo que ocurre directamente entre Dios y él. Pero, como está lleno de Dios, podemos seguir el rastro de ello con bastante nitidez, aunque sea de manera indirecta, pues su boca no puede sino gritar las maravillas de Dios. Yo diría que todos sus escritos son un reflejo de lo pasa por el alma de San Juan de Ávila. No es que haya escrito una autobiografía al uso, pero sí podemos indicar algunos escritos en donde se nos muestra de una forma más resumida lo que ha movido su vida. Indicamos los siguientes:

    a) Carta 74

    Después de las biografías antes indicadas, yo invitaría a entrar en la que creo es una autobiografía espiritual de San Juan de Ávila:

    Autobiografía espiritual: carta 74. En ella describe su experiencia, aunque de modo indirecto, de toda su vida. Le dice a una persona religiosa: “Metámonos, y no para luego salir, mas para morar, en las llagas de Cristo, y principalmente en su costado, que allí en su corazón, partido por nos, cabrá el nuestro y se calentará con la grandeza del amor suyo” (líns. 90-93). A este Cristo crucificado se le encuentra principalmente en la Eucaristía. Por eso dice: “Y sobre todo alleguémonos al fuego que enciende y abrasa, que es Jesucristo nuestro Señor, en el Sacramento Santísimo. Abramos la boca del ánima, que es el deseo, y vamos sedientos a la fuente de agua viva; que, sin duda, poniendo la miel en la boca, algo gustaremos, y el fuego en el seno calentarnos ha […] Corramos, pues, tras Dios, que no se nos irá; clavado está en la cruz; allí le hallaremos muy cierto; metámosle en nuestro corazón y cerremos las puertas de él porque no se nos vaya. Muramos a las cosas visibles, pues las hemos por fuerza de dejar. Renovémonos con novedad de espíritu (cf. Ef 4,23), pues tanto tiempo hemos vivido en vejez. Crezcamos en conocimiento y amor de Cristo, que es sumo bien” (líns. 106-121).

    b) Sermón 78

    Es una autobiografía espiritual de San Juan de Ávila, pues él mismo es el que parece se está retratando en lo más profundo de su alma (Sermón 78). Es el sermón que predicó un 4 de octubre en un monasterio de monjas en el día de San Francisco de Asís.

    Contiene las ideas principales que movieron a San Francisco de Asís, pero estoy seguro que fueron las que movieron también a San Juan de Ávila. En el orden en el que son descritas, y por los acentos de la vida de San Francisco que pone de manifiesto, se puede vislumbrar con absoluta claridad que fueron los que movieron a San Juan de Ávila. Es una verdadera autobiografía espiritual. Y esto no es de extrañar. Se ha dicho, y con razón, que San Juan de Ávila es un verdadero San Pablo del siglo XVI, pero es que también es un vivo retrato en muchos aspectos de San Francisco de Asís, su santo preferido después de San Pablo. Las señales de la cruz permanente, no en la piel sino en su corazón, su humildad, su pobreza, etc., hacen de San Juan de Ávila un vivo retrato del Francisco de Asís del siglo SVI.

    Sermón 78 en el día de San Francisco de Asís. Coincidencias y enseñanzas para los sacerdotes y también llevar una vida auténticamente cristiana. Aunque no en mismo orden en el que están expuestas aquí se contienen las principales ideas y experiencias que movieron la vida y predicación de San Juan de Ávila, que coinciden en su parte fundamental con las que describe en San Francisco de Asís, y con todos los que viven muy unidos a Dios:

    - Experiencia del amor de Dios manifestado en la cruz de Jesús. “Esto hace Dios con sus amigos. Dáseles al principio a conocer un poquito, para que no piensen que trabajan en balde y que van a cosa incierta; dales un poquito sabor de sí; alégralos, regálalos, muéstraseles, ábreles los ojos y hace aparecer la luz, que vean cuán dulce cosa es Él. Díceles: `Cátame aquí, yo soy tu posesión, yo soy todo cuanto bien tienes, tu descanso, tu hartura, tu bienaventuranza; mírame acá, bien puedes venir a mí´” (n. 23). Este sabor dura poco pero se queda ya eterno y todas las cosas de este mundo ya son desabridas cuando se ha catado a Dios.

    Dios le da sabor de sí desde la cruz de Jesucristo en quien se manifiesta su amor. Cuando le pedimos a Dios cuál es su voluntad puede ocurrir como le ocurrió a San Francisco, o a mismo San Juan de Ávila en la cárcel de Sevilla o al mismo San Juan de la Cruz en la cárcel de Toledo o a cada uno de nosotros de una u otra forma, pero conservando lo fundamental. Refiriéndose al periodo de la cárcel de la Inquisición, comenta Fray Luis de Granada que allí tuvo “muy particular conocimiento del misterio de Cristo”5. En la cruz de Jesús sentimos su amor y su invitación a seguirlo. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz, y sígame (Mt 16,24). “Sabroso, dulce, suave es Cristo”. No hay quien no se huelgue de seguirle, de ir a Él (n.5) pero también hay que dejar algo, a nosotros mismos, a nuestro propio parecer, para cumplir el de Dios. Manifestación suprema del amor de Dios: la cruz de Jesucristo (Jesucristo le habló desde la cruz). Se le derritió el alma “Si quieres venir tras mi toma tu cruz y sígueme n.24)

    - Entrar en la oración, intimidad con Dios: allí se le revelaron y se nos revelan dos cosas: el de nuestra pobreza y flaqueza propia, más espiritual que corporal, y el de las grandes riquezas de Dios para con nosotros. Este es el verdadero conocimiento de nosotros mismos, el de nuestra nada que nos debe llevar a desarrimarnos de nosotros mismos y desconfiar de nuestras fuerzas y por tanto el estar colgado en Dios, que es nuestra verdadera riqueza. De esta forma, como verdaderos mendigos de Dios, como humildes y sencillos oiremos su voz: “Pedid y daros han; llamad, y daros han” (cf. Mt 7,7; Lc 11,9; Mc11,24). Oiremos que también nos dice “Venid a mí los que estáis trabajados, que yo os daré descanso” “Bien a su costa por cierto- apostilla el Santo Maestro-”) nos invita a su convite (nos da sabor de sí n. 22) Cátame soy tu posesión.
    Ser mendigos de su amor: andar colgado de Dios: como él en la cárcel, desde donde escribía a sus amigos que se preocuparan por él pues no estaba sino en manos de Dios (cf. carta 58).

    - Dejar el hombre viejo en Adán, el que se rige por sus propios apetitos y soberbia, amor de tu honra, vanagloria, tenerte en tanto, en ese tu dinero, en seguir siempre tu parecer y que haga siempre tu voluntad (n. 19).

    - Dejarnos revertir por el hombre nuevo, por la hermosura de Cristo hermoso, del hombre nuevo en Cristo. La hermosura del crucificado que se imprime en nosotros y hace que se derrita el hombre viejo y nos transformemos en el nuevo, de forma que como Pablo, digamos, “Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí”. Ahora, hasta las contrariedades, enfermedades, injurias, cruz, no le parecen sino regalos de Dios, pues tiene impreso en su corazón el mismo Señor crucificado. Como San Francisco ya sólo vive en las manos de Dios y en su voluntad

    - Amor al prójimo: “ésa es caridad: trabajar por descanso ajeno” (n.3)

    - Predicador incansable, con su palabra y sobre todo con su vida de este amor de Dios. Él es un reflejo, como Francisco de Asís, de este Cristo pobre, humilde, abierto a la voluntad de Dios, crucificado por amor a los demás.

    7. Tratado del amor de Dios

    El pequeño Tratado del amor de Dios es una joya de la literatura mística española y universal, y un retrato del alma y doctrina de San Juan de Ávila. Contiene todos los temas fundamentales de su vida y enseñanza, que hemos señalado más arriba, adentrándonos en el misterio del amor entre el Padre y el Hijo unidos en el Espíritu, y metiéndonos en esta unión al dársenos a nosotros. En realidad, contiene lo que nos dice Benedicto XVI en su carta Encíclica Deus caritas est. Esto es lo que he querido recoger en mi estudio: “Experiencia del amor de Dios y plenitud del hombre en los escritos de San Juan de Ávila”, del año 2007, en 597 págs. Llenas de textos en los que nos detalla su experiencia y predicación de este amor de Dios, y cómo al darse el Padre, el Hijo y el Espíritu a cada uno de nosotros nos lleva a la plenitud de nuestro ser al ser hecho hijos suyos. En él encontrarán los sacerdotes un material abundante de textos comentados sobre el amor de Dios, que posteriormente seleccionados pueden servirles de base para adentrar a los laicos en la experiencia del amor de Dios.

    8. Conocerlo a través de sus oraciones

    A San Juan de Ávila no le gusta hablar de lo que pasa entre él y Dios, como en una ocasión le sugirió él mismo a Fray Luis de Granada que hiciese lo mismo. Esto le dice en una carta a una persona que sin duda le ha preguntado sobre su experiencia de Dios: “El Niño nacido por nuestro bien dé a vuestra merced parte de los bienes que trae, pues tomó de los males que nosotros teníamos. Él le dé fuego vivo de su amor, en que a vivas llamas arda; pues por encender éste en nosotros viene tan pobre y arrecido de frío. Mientras este Niño más padece, mas nos roba el corazón para le amar; y mientras más le amamos, más deseamos padecer por él” (Cata 61, 1-6) Y continua: “a lo que me pregunta de mi salud, mal me va, pues soy flaco; que si no lo fuese, no me quitaría tan presto Dios los dolores como me los quita. Y a lo demás le respondo que el fuego grande, mientras más encerrado y callado, más arde. Cristo la haga discípula verdadera y fiel del enseñamiento de su amor, para que algo sepa responder a su insaciable y divino amor, como yo le suplico” (líns. 68-74).

    A San Juan de Ávila se le encuentra sobre todo en sus oraciones. Hay algunos libritos que recogen algunas de sus oraciones, pero no son exhaustivos ni abundantes, y además no están catalogadas por temas. Se encuentran a lo largo de toda sus Obras completas: contenidas en el Audi, filia y en sus escritos, fundamentalmente en sus cartas, que están escritas a vuela pluma y que reflejan lo que pasa por su corazón. Esto realmente es algo muy novedoso, pues es raro en encontrar en cartas dirigidos a otros, incluso de los más altos místicos, oraciones dirigidas directamente a Dios. También en sus sermones, aunque hay que tener en cuenta que ya éstos no tienen la frescura de aquellos escritos, pues han sido recogidos por sus discípulos, si bien la mayoría luego han sido revisados y retocados por él antes de su edición.

    Se podrían hacer alguna edición de sus oraciones, divididas en temas. Esto daría para varios libros. Lo mismo que por la oración de Jesús llegamos a tener más conocimiento de la relación con su Padre, así también por las oraciones de San Juan de Ávila llegamos a conocer mejor lo que pasa entre Dios y él, adentrándonos así con él en la misma unión con Dios. Yo me remito ahora a presentar las que creo son más significativas:

    Las del Audi, filia están sobre todo en la parte final:

    - Oración a Cristo crucificado en el día de la alegría de su corazón6. El día de su entrega en la cruz fue el día más grande y alegre para Cristo, a pesar de la tristeza y crueldad de su muerte, pues su amor, y los beneficios que con ella nos traía, hacían su alegría:

    “¡Oh alegría de los ángeles, y río del deleite de ellos, en cuya cara ellos se desean mirar, y de cuyas sobrepujantes ondas ellos son embestidos viéndose dentro de ti, nadando en tu dulcedumbre tan sobrada! ¿Y que se alegre tu corazón en el día de tus trabajos? ¿De qué te alegras entre los azotes y clavos, y deshonras y muerte? [...] El fuego de amor de ti, que en nosotros quieres que arda, hasta encendernos, abrasarnos y quemarnos lo que somos, y transformarnos en ti, tú lo soplas con las mercedes que en tu vida nos hiciste. Y lo haces arder con la muerte que por nosotros pasaste [...] ¿Y quién será leño tan húmedo y frío, que viéndote a ti, árbol verde, del cual quien come vive, ser encendido en la cruz y abrasado con fuego de tormentos que te daban, y del amor con que tú padecías, no se encienda en amarte aún hasta la muerte? [...] Y como el esposo desea el día de su desposorio, para gozarse, tú deseas el de tu pasión, para sacarnos con tus penas de nuestros trabajos [...] Y pues lo que se desea atrae gozo, cuando es cumplido, no es maravilla que se llame día de tu alegría el día de tu pasión, pues era deseado por ti [...] y por eso quedó vencedor tu amor, y como llama viva, no se pudieron apagar los ríos grandes (cf. Cant 8,7) y muchas pasiones que contra ti vinieron. Por lo cual, aunque los tormentos te daban tristeza y dolor muy de verdad, tu amor se holgaba del bien que de allí nos venía. Y por eso se llama día de alegría de tu corazón”.

    • Oración a Dios misericordioso, que nos oye, nos ve e inclina su oreja7

    En realidad, en esta oración recoge el hilo conductor de Audi, filia, pues aunque se titula según el salmo 44 “oye hija inclina tu oreja…”, esto no es sino respuesta al amor de Dios, que es el primero que nos ama e inclina su oído a nuestros sufrimientos y necesidades. Su amor es lo primero, y el nuestro no es sino respuesta al suyo. Por eso exclama: “¡Bendito seáis, Señor, para siempre, que no sois sordo ni ciego a nuestros trabajos, pues los oís y veis […]!”.

    - Oración a Cristo crucificado, en quien Dios nos oye antes que clamemos8.

    “Y porque veáis cuán en verdad es que oye el Señor los gemidos que le presentamos, oíd lo que dice el mismo Señor por Esaías: Antes que clamen, yo los oiré (Is 65,24). ¡Oh bendito sea tu callar, Señor, que de dentro y de fuera en el día de tu prisión callaste: de fuera, no maldiciendo, no respondiendo; y en lo dentro, no contradiciendo, mas aceptando con mucha paciencia los golpes y voces, y penas de tu pasión, pues tanto habló en las orejas de Dios que antes que hablemos seamos oídos! [...] ¿Qué te daremos, ¡oh Jesús benditísimo!, por este callar que callaste, y qué te daremos por estas voces que diste? [...] Y aún no te contentas, Señor, con tener tus orejas puestas en nuestros ruegos, y oírnos antes que te roguemos, mas, como quien muy de verdad ama a otro, que se huelga de oírle hablar o cantar, así tú, Señor, dices al ánima por tu sangre redimida: Enséñame tu cara, suene tu voz en mis orejas, porque tu voz es dulce y tu cara mucho hermosa (Cant 2,14). ¿Qué es esto que dices, Señor? ¿Tú deseas oír a nosotros? ¿Nuestra desgraciada voz te es a ti dulce? ¿Cómo te parece hermosa la cara que, de afeada de muchos pecados, los cuales hicimos mirándonos tú, habemos vergüenza de alzarla a ti? [...] Sea, pues, Señor, a ti gloria, en el cual está nuestro remedio. Y sea a nosotros, y en nosotros, vergüenza y confusión de nuestra maldad, mas en ti gozo y ensalzamiento, que eres nuestra verdadera gloria. En la cual nos gloriamos no vanamente, mas con mucha razón y verdad, porque no es poca honra ser tan amados de ti, que te entregaste a tormentos de cruz por nosotros”

    • Oración a Cristo Hermoso9.

    Es la hermosura de Cristo crucificado porque en él se manifiesta la hermosura de su amor, que pasa a nosotros al lavarnos de nuestro hombre viejo de pecado y hacernos hombres nuevos en el espíritu por su sangre derramada.

    “¡Oh sangre hermosa de Cristo hermoso, que, aunque eres colorada más que rubíes, tienes poder para emblanquecer más que la leche! ¿Y quién viera con cuánta violencia eras derramada por los sayones y con qué amor eras derramada del mismo Señor? ¡Cuán de buena gana, extiendes, Señor, tus brazos y pies, para ser sangrado de brazo y tobillo, para remediar nuestra soltura tan mala que en deseos y obras tenemos! ¡Gran fuerza ponen contra ti tus contrarios, mas muy mayor fuerza te hizo tu amor, pues que te venció! Hermoso llama David a Cristo sobre todos los hijos de los hombres (Sal 44,3). Mas este hermoso sobre hombres y ángeles quiso disimular su hermosura y vestirse en su cuerpo, y en lo de fuera, de la semejanza de nuestra fealdad, que en nuestras ánimas tenemos, para que así fuese nuestra fealdad absorbida en el abismo de su hermosura, como lo es una pequeña pajita en un grandioso fuego, y nos diese su imagen hermosa, haciéndonos semejables a Él”.

    Hay otras publicaciones que escogen trozos de sus escritos según temas. Esto está bien para una primera introducción.

    9. Libros de sus escritos por temas


    9.1. Creo que siguen haciendo falta libros, no muy largos, que acerquen a la lectura directa de San Juan de Ávila por temas y siguiendo sus escritos, sobre todo poniendo como principal base sus cartas, pues en ellas es en donde nos encontramos directamente con el alma de San Juan de Ávila. Un gran y logrado intento de esto lo hizo Antonio Granado Bellido en su libro de 1991 Por que quema el fuego, Paulinas 1991; hoy por desgracia y descatalogado. Hizo un elenco de sus cartas traducidas a un castellano más actual, pero conservando en todo el sabor de San Juan de Ávila. Las cartas que eligió estaban casi todas enteras, omitiendo sólo lo que no tenía que ver con el tema elegido. Siguió un hilo conductor que había cogido del mismo esquema de Audi, filia: 1. El hombre y Dios. Camino hacia la experiencia; 2. Jesucristo, fuente de nuestra vida espiritual; 3. La cruz, hogar de nuestra existencia cristiana; 4. Fe y vida espiritual; 5; La caridad; 6. El progreso en la vida espiritual, 7. Las grandes tentaciones de la vida cristiana.

    9.2. Han aparecido también otros libros que recogen selecciones de textos de su epistolario: Ya han florecido las Granadas. Lo mejor de su epistolario, selección y presentación de Esaú de María Díaz Ramirez, que él mismo editó en Almagro (Ciudad Real), en 1983. En 300 págs. recoge textos de 27 cartas muy interesantes y partiendo desde el amor de Dios hacia nosotros. Así nace el camino cristiano en ese amor a Dios y al prójimo teniendo que dejar todo lo que estorba, sobre todo a nosotros mismos, para cumplir la voluntad de Dios. Una de las dificultades del libro es que no se sabe a qué cartas se refiere pues su numeración no coincide con la de la edición de las Obras completas de Sala Balust.

    9.3. En 2005 ha aparecido San Juan de Ávila en su epistolario. Selección de textos. Publicado por la BAC, de Dionisio Parra Sánchez (ed.). Tiene muchas entradas de voces en sus 255 págs. Recoge prácticamente trozos de todas sus cartas, aunque demasiado cortos; no pudiendo vislumbrar el contexto de estas afirmaciones. Contiene además un amplio índice, muy exhaustivo. El problema que le encuentro es que no sigue un orden teológico determinado sino orden alfabético, con lo que el mensaje queda un poco disperso en cuanto al contenido doctrinal.

    En general, en los libros que están apareciendo hay importantes logros, pero hecho de menos aspectos imprescindibles en la vida y predicación de San Juan de Ávila: la vivencia de los valores evangélicos siguiendo las mismas pisadas de Cristo y de los Apóstoles, la transformación de la sociedad según los valores del Reino, la reforma de la Iglesia, la vida según los consejos evangélicos, al igual que estudios sobre la importancia de la Sagrada Escritura como fuente de esta nueva vida en Dios, etc.

    Sobre todo hacen falta libros que contengan sus escritos, basándose de una manera especial en sus cartas, aunque no exclusivamente, y agrupados todos ellos según unos temas que sigan el hilo conductor de la doctrina de san Juan de Ávila: amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo; manifestación de este amor de Dios desde la cruz de Cristo. Seguimiento de Cristo al ir configurándonos con sus pasos y su cruz. Relación de amistad e intimidad con el Padre, Hijo y Espíritu, de cada uno de nosotros como respuesta a su querer morar en nosotros. Vida de oración. Conocimiento propio. Vida de fe, esperanza y caridad. Iglesia y vida de fraternidad. Misión e identidad de los laicos, religiosos y sacerdotes en ésta. Vivencia de los consejos evangélicos. Eucaristía. María. Valores y transformación de la sociedad según los valores del Reino. Reforma urgente de la Iglesia para que sea vivo espejo de Cristo en el mundo, comenzando por sus pastores.

    Pero lo mejor es seleccionar cartas que se puedan leer de corrido, pues ahí es donde se saborea mejor al Maestro Ávila. Me permito indicar algunas, situando también su facilidad de lectura y temas, ordenando según la importancia que creo tenían en su vida y predicación.

    Para adentrarnos no sólo en las oraciones, sino en cómo piensa San Juan de Ávila yo introduciría a cómo leer de corrido algunas de sus cartas. No creo que el primer libro que se deba leer de San Juan de Ávila sea el Audi, filia, especialmente la segunda redacción, pues ésta ha tenido que tenido que ser tan cuidada en las expresiones técnicas y teológicas, sobre todo después del decreto de la justificación de Trento, que ha perdido la frescura redaccional de la primera, alargándose en demasía la parte primera que habla del pecado y de lo que hay que dejar para revestirse de la hermosura del hombre nuevo en Cristo. Ocurre lo mismo que con San Juan de la Cruz. No se puede comenzar con la Subida “interminable al Monte Carmelo” si no se ha leído y meditado antes el esplendor del Cántico espiritual, que es la meta.

    9.1. Cartas sobre el amor de Dios

    - Carta 74. Destaco ante todo la ya mencionada carta 74, porque contiene un resumen de toda su vida y enseñanza, de lo descrito en el Tratado del amor de Dios, en Audi,filia y en el sermón 78, que he afirmado que a propósito de la vida de San Francisco de Asís es la autobiografía espiritual del Santo Maestro. Ya me he referido a ella anteriormente.

    - Carta 44. Es un verdadero tratado sobre la gracia. Está dirigida a una señora afligida con trabajos corporales y tristezas espirituales [¿doña Leonor de Inestrosa?]. La anima a tener confianza en el amor de Dios. En ella se contiene una larga oración de dos páginas a Dios amor. (Traducción en Por que quema el fuego, págs. 35-46). Está completa.

    - Carta 56. A unas mujeres devotas que padecían trabajos. Las anima a llevarlos, conociendo que son dones de Dios y dádiva de su amor, y les declara cuán grande es este amor de Dios para con los hombres, basándose en los padecimientos de Cristo por nosotros.

    - Carta 61. Trata del amor de Dios para con el hombre y de lo que este amor le hace obrar a Dios para con nuestra miseria. (Cf. Por qué quema el fuego, págs. 176-178). Está completa.

    - Carta 75. A un devoto [don Tello de Aguilar] Exhortándole al amor de Dios y enseñándole los medios para alcanzarlo.

    - Carta 112. A una devota suya. Es un auténtico resumen de la Encíclica del Benedicto XVI Deus caritas est. Le pide a esta señora que ame mucho a nuestro Señor y le pida que le dé este amor hacia Él, y persevere pidiendo aunque le dilate este don.

    Además de las cartas, debieran acompañarse también textos que complementan lo contenido en ellas; y creo debieran ser en este orden: del Audi,filia, Tratado del amor de Dios, comentarios a la Sagrada Escritura, otros tratados, pláticas, sermones, etc., pero sin olvidar que lo mejor para entrar en él son sin lugar a dudas sus cartas. Y entrando en su corazón entramos en lo que en él habitaba: Dios.

    • En todas las cartas anteriores San Juan de Ávila fundamenta el amor de Dios en la entrega del Hijo en la cruz, lo cual es una constante y eje dorsal de su doctrina, pero hay algunas que deseo destacar porque en ellas se hace más evidente. Además de la ya mencionada 74, hay que tener en cuenta las siguientes:

    - Carta 58. Escrita a unos amigos desde la cárcel. En ella se contiene una de las oraciones a Cristo crucificado por nosotros.

    Oración a Jesús Nazareno

    “¡Oh Jesús Nazareno, que quiere decir florido, y cuán suave es el olor de ti, que despierta en nosotros deseos eternos y nos hace olvidar los trabajos, mirando por quién se padecen y con qué galardón se han de pagar! ¿Y quién es aquel que te ama, y no te ama crucificado? En la cruz me buscaste, me hallaste, me curaste y libraste y me amaste, dando tu vida y sangre por mí en manos de crueles sayones; pues en la cruz te quiero buscar y en ella te hallo, y hallándote me curas y me libras de mí, que soy el que contradice a tu amor, en quien está mi salud. Y, libre de mi amor, enemigo tuyo, te respondo, aunque no con igualdad, empero con semejanza, al excesivo amor que en la cruz me tuviste, amándote yo y padeciéndote por ti, como tú amándome, moriste de amor por mí. Mas ¡ay de mí, y cuánta vergüenza cubre a mi faz, y cuánto dolor a mi corazón!; porque siendo de ti tan amado, lo cual muestran tus tantos tormentos, yo te amo tan poco como parece en los pocos míos. Bien sé que no todos merecen esta joya tuya, de ser herrados por tuyos con el hierro de la cruz; empero, mira cuánta pena es desear y no alcanzar, pedir y no recibir, cuanto más pidiéndote, no descansos, mas trabajos por ti.
    Dime, ¿por qué quieres que sea pregonero tuyo y alférez que lleva la seña de tu Evangelio, y no me vistes de pies a cabeza de tu librea? ¡Oh cuán mal me parece nombre de siervo tuyo, y andar desnudo de lo que tú tan siempre, y tan dentro de ti, y tan abundantemente anduviste vestido! Dinos ¡oh amado Jesús!, por tu dulce cruz, ¿hubo algún día que aquesta ropa te desnudases, tomando descanso? ¿Oh fuete algún día esta túnica blanda, que tanto a raíz de tus carnes anduvo, hasta decir: Triste es mi ánima hasta la muerte? (Mt 26,38). ¡Oh, que no descansaste, porque nunca nos dejaste de amar, y esto te hacía siempre padecer! Y cuando te desnudaron la ropa de fuera, te cortaron en la cruz, como encima de mesa, otra ropa bien larga desde pies a la cabeza, y cuerpo y manos, no habiendo en ti cosa que no estuviese teñida con tu benditísima sangre, hecho carmesí resplandeciente y precioso: la cabeza con espinas, la faz con bofetadas, las manos con un par de clavos, los pies con uno muy cruel para ti, y para nosotros dulce; y lo demás del cuerpo con tantos azotes, que no sea cosa ligera de los contar. Quien, mirando a ti, amare a si y no a ti, grande injuria te hace. Quien, viéndote tal, huyere de lo que a ti lo conforma, que es el padecer, no te debe perfectamente amar, pues no quiere ser a ti semejable. Y quien tiene poco deseo de padecer por ti, no conoce a ti con perfecto amor; que quien con este te conoce, de amor de ti crucificado muere, y quiere más la deshonra por ti que la honra ni todo lo que el engañado y engañador mundo puede dar.
    Callen, callen, en comparación de tu cruz, todo lo que en el mundo florece y tan presto se seca; y hayan vergüenza los mundanos del mundo, habiendo tú tan a tu costa combatido y vencido en tu cruz; y hayan vergüenza los que por tuyos son tenidos en no alegrarse con lo contrario del mundo, pues tú tan reprobado y desechado y contradicho fuiste de este ciego mundo, que ni ve ni puede ver la Verdad, que eres tú. Más quiero tener a ti, aunque todo lo otro me falte —que ni es todo ni parte, sino miseria y pura nada—, que estar yo de otro color que tú, aunque todo el mundo sea mío. Porque tener todas las cosas que no eres tú, más es trabajo y carga que verdadera riqueza; empero, ser tú nuestro, y nosotros tuyos, es alegría de corazón y verdadera riqueza, porque tú eres el bien verdadero”10.

    - Carta 64. También desde la cárcel. Oración a Dios trino y uno en Cristo crucificado:

    “Miremos a Cristo puesto en la cruz, y verle hemos atormentada su carne, y deshonrado el mundo, y vencedor del demonio. ¿Quién a Cristo miró que fuese engañado? Ninguno, por cierto. Pues no apartemos nuestros ojos de él si no queremos tornarnos ciegos [...] Muera, pues, ya en nosotros nuestro viejo hombre, pues murió por nosotros en cruz nuestro nuevo Hombre, que es Cristo [...] ¡Oh Jesucristo, y cúan fuerte es tu amor; y cómo todas las cosas convierte en bien, como dice San Pablo! [...] Demos, pues, nuestro todo, que es chico todo, por el gran todo, que es Dios [...]
    ¡Oh Dios, que eres todas las cosas y ninguna de ellas, porque eres sobre todas ellas! Y ¿cuándo ha de ser el día que te habemos de ver? Y ¿cuándo se ha de quebrar este vaso de barro que tanto bien nos impide? ¿Cuándo se romperán estas cadenas que no nos dejan volar a ti, descanso verdadero de los que descansan? No miremos, hermanos, a otra parte sino a Dios. Llamémosle a nuestro corazón y tengámosle muy apretado con nos, porque no se nos vaya; que ¡tristes de nos! ¿qué haremos sin él sino tornarnos en nada? Echemos ya esto detrás que tan delante traemos y comencemos ya algún día a gozar cuán suave es el Señor (Sal 33,9). Corramos tras de aquel que corrió a nosotros desde los cielos para llevarnos allá. Vamos a quien nos llama, y con tanto amor, desde lo alto de la cruz, despedazada su carne y quemada con fuego de amor para que más sabrosa nos sea. ¡Oh si comiésemos! ¡Oh si nos quemásemos! ¡Oh si nos transformásemos! ¡Oh si nos hiciésemos un espíritu con Él! ¿Qué nos detiene? ¿Qué nos estorba? ¿Qué nos engaña, que no nos lleguemos a Dios? Si es nuestra carne, refrenémosla. Si es nuestra honra despreciémosla. Si es nuestra hacienda, desechémosla si podemos, y si no, tengámosla como estiércol, entendiendo en ella con diligencia y sin amor de ella. Si es la mujer dice San Pablo que los que tienen mujeres sean como si no las tuviesen (1 Cor 7,29). Si los hijos, querámoslos para Dios. Y si otra cualquiera cosa, digámosle, y con lágrimas: ¡No me apartes de mi Dios! ¡Oh si tanto llorásemos por Dios que de aquella agua se encendiese fuego que quemase todo aquello que de Dios nos aparta! Las lágrimas nos lavarían y el fuego nos quemaría, y seremos animales santos todos ofrecidos a Dios en fuego.
    ¡Oh fuego, Dios, que consumes nuestra tibieza, y cuán suavemente ardes! ¡Y cuán sabrosamente quemas! Y ¡con cuánta dulcedumbre abrasas! ¡Oh si todos y del todo ardiésemos por ti! Entonces dirían todos nuestros huesos: Señor, ¿quién es semejante a ti? (Sal 34,10). Porque del fuego del amor tuyo nacería conocimiento de ti. Pues quien dice que te conoce como te ha de conocer y no te ama, es mentiroso. Amémoste, pues, y conozcámoste por el conocimiento que de amarte resulta; y tras esto venga el poseerte, pues tan ricos son los que te poseen; y poseyéndote a ti, seamos poseídos de ti, y así nos empleemos en alabarte, pues toda la virtud de los cielos te alaba y confiesa por Dios Trino y Uno, Rey infinito, sabio, poderoso, bueno, hermoso, perdonador de los que a ti se convierten, sustentador de los que a ti se llegan, glorificador de los que te sirven y Dios de cuya perfección no hay fin; porque eres sobre todo entendimiento, sobre toda lengua, y de ti sólo eres del todo conocido. A ti sea gloria en los siglos de los siglos. Amén (cf. Gál 1,5; Rom 16,27; 1 Tim 1,17)”11.

    - Carta 81. En ella se nos describe la experiencia de Cristo la transfiguración-glorificación en el alto monte de la cruz, y también la nuestra cuando vivimos la cruz unidos al Señor.
    La carta 81, escrita también, como las cartas 58 y 64, “a unos amigos atribulados”, donde vuelve a hablar sobre cómo se conoce mejor el amor de Dios cuando se está envuelto en tribulaciones, pues aunque a nosotros nos parece sufrir, es en la cruz, si estamos colgados, como Cristo, de las manos de Dios, donde experimentamos su amor12. Y este conocimiento del amor de Dios desde el dolor nos dice San Juan de Ávila que es más alto que el mayor grado de contemplación: “Porque, a la verdad, nunca hombre por contemplativo que sea, tanto conoció los amores los dolores y amores de Cristo como quien pasa algo de ellos”13. Y a continuación, dirá de nuevo algo que nos recuerda lo dicho a Fray Luis de Granada sobre la que fue su verdadera universidad sobre Cristo:

    “Estas y otras doctrinas aprenderéis en la tribulación mejor que en cuantas escuelas y púlpitos hay, y más de verdad; porque en estos lugares se suelen oír con orejas, estando quizá el corazón en otra parte, en la tribulación óyese: que Dios enseña con obras”14.

    En esta carta, y de manera indirecta, está relatando lo vivido por él en la tribulación de la cárcel, donde se le dio un conocimiento del amor de Jesucristo mayor que el tenido en la aulas de teología, y aún en la más alta contemplación.


    En esta misma carta 81 nos dice que el punto central de esta revelación del misterio de Cristo ha sido su entrega en la cruz, en la cual ha visto la luz y la señal definitiva del amor de Dios hacia él y hacia todos, ya que en la entrega del Hijo ha visto que Dios no sólo le da sus dones, sino que se le da Él mismo:

    “[...] el mesmo Criador nos vino a testificar su amor con el testimonio más cierto que hay; el cual es no sólo dar, porque aquello poco duele, mas darse y padecer por nosotros, lo cual es tanto mayor señal de amor, cuanto va de su persona a los dones. Y este testimonio, porque sin duda fuese de nos recebido, firmólo con su muerte, habiéndolo escripto con su sangre; pues que no se puede mas por uno pasar, por muy amado que sea, que morir por él, sepan los hombres que son amados de Cristo, pues puso por nosotros lo último que se pudo poner”15.

    Vivir unidos al Señor en todos los momentos y circunstancias de la vida: en la alegría y en el gozo, en la salud y en la enfermedad, etc. Lo digo casi en términos nupciales porque así es como también él se refiere con frecuencia para describir nuestra unión, con Dios Padre, con el Hijo y con el Espíritu. Ahí se reflejan una unidad de intimidad sorprendente.

    9.2. Ayudar a los sacerdotes y seminaristas a leer e imitar a San Juan de Ávila

    Es más fácil para los sacerdotes entrar en la lectura de San Juan de Ávila, sobre en lo relacionado con la espiritualidad sacerdotal, pues además del Tratado sobre el sacerdocio, están las pláticas a sacerdotes, cartas también a sacerdotes y en los tratados de reforma, especialmente dirigidos a obispos y sacerdotes. Todo ello lo podemos encontrar en la recopilación de Esquerda Bifet, Escritos sacerdotales, recientemente reeditado por la BAC. Recomiendo especialmente la carta 6 dirigida a un sacerdote en la que San Juan de Ávila abre su corazón y le dice cómo vive él la celebración de la Eucaristía.

    Otras ayudas que encontrarán los sacerdotes para entrar en el conocimiento de San Juan de Ávila no sólo en temas sacerdotales es el Diccionario de San Juan de Ávila editado por Monte Carmelo y la Introducción a la doctrina de San Juan de Ávila, de Juan Esquerda Bifet, en la BAC. Estas obras tienen la ventaja que abren camino y además citan artículos y estudios relacionados con el tema, si bien están anticuados y citan con la edición de 1970. Hay que completarlos con los nuevos estudios que van apareciendo. Aun así las considero imprescindibles para abrirnos camino en una primera consulta en cualquier tema relacionado con el Santo Maestro. Otra obra que aporta estudios más detallados es El Maestro Ávila, Actas del Congreso Internacional, Edice, 2002. Recientemente, la revista Seminarios ha dedicado un monográfico doble (nº 201-202) a San Juan de Ávila con importantes artículos.

    10. Otras sugerencias para darlo a conocer y ayudar a amarlo e imitarlo

    Ya en el mensaje de la Conferencia Episcopal antes aludido en el V centenario se nos indicaban algunos medios, y diciendo expresamente su finalidad: “Queremos con estas sugerencias animaros a todos a leer sus escritos y orar con ellos. Ahí encontraréis la riqueza y hondura de un clásico”, es decir, de un gigante, pero que sigue siendo muy actual en su doctrina, en su mensaje y en su testimonio.

    • “A las editoriales y revistas católicas les pedimos la difusión de la figura y obras del Santo Maestro” (Mensaje CEE).
    • “Invitamos a las Facultades de Teología que promuevan cursos monográficos y trabajos de investigación en torno a sus obras” (Mensaje CEE).
    • “Y asimismo, a los especialistas en literatura, historia y otras áreas del saber, para que, en un trabajo interdisciplinar, descubran y den a conocer las diversas facetas de este autor tan relevante de nuestro privilegiado siglo XVI” (Mensaje CEE).
    • Y la misma Conferencia se comprometió a algo que fue decisivo: “Desde la Conferencia Episcopal queremos impulsar su conocimiento con una nueva edición de sus obras y la celebración de un Simposio”. Cosa que se realizó en el año 2000, y cuyas actas están publicadas por EDICE en 2002, conteniendo artículos de los mejores especialistas del momento en San Juan de Ávila y sobre los más diversos temas, y sus obras en 4 tomos de la BAC, desde el 2000-2003.
    • También nos dicen con motivo del Vº centenario del nacimiento, y mucho más ahora que será declarado Doctor: “Peregrinar a los lugares relacionados con su vida, particularmente Almodóvar del Campo, donde nació y fue bautizado, y Montilla, donde murió y se conservan sus restos”. También creo que es muy importante peregrinar a la ciudad de Baeza (Jaén), donde no sólo fundó la universidad para clérigos y donde el siglo XVI se palpa nada más pisar y recorrer sus calles. En esta última ciudad, que cuenta ya con guías y recorridos avilistas, se pueden ir visitando edificios y calles muy emblemáticos y que recogen todavía en sus paredes la vida y espíritu del Maestro en muy variadas facetas (enseñanza, hospitales donde visitaba a los enfermos, reforma de la Iglesia, organización de los estudios, púlpito desde donde predicó, iglesia donde se veneraba el Santísimo, iglesia sede de las cofradías que ayudó a reformar según unos criterios más evangélicos, etc.). Otra ciudad de interés es Granada. También, auqneue en menor medida pues contienen menos lugares avilistas, son las de Sevilla, Écija, Priego, etc.; si bien en todas ellas se pueden visitar y explicar también diversos aspectos de su vida y doctrina.
    • También nos proponen los obispos ahora el peregrinar a Roma con motivo de la Declaración como Doctor, y no sólo a los sacerdotes, sino a todo el Pueblo de Dios.
    - Una manera de aunar y unificar la información sobre los estudios que van saliendo sobre San Juan de Ávila es aportar los datos disponibles a la página maestroavila@conferenciaepiscopal.es de la Conferencia Episcopal Española. Habría que pedir a los sacerdotes, investigadores, etc. que comuniquen a los Delegados los nuevos estudios, etc. Aunque éstos aparezcan en libros, revistas, boletines, etc., a veces no tienen la difusión necesaria y dar los datos a la página de la Conferencia Episcopal facilitará el conocimiento de su existencia.
    - Buscar la manera de financiar una especie de revista continua, como aquella de Maestro Ávila, que creo podría correr con ella la Conferencia Episcopal, en la que se puedan recoger los artículos, recensiones, nuevos proyectos, novedades sobre San Juan de Ávila más significativos.
    - Unir por links, las páginas webs parroquiales y diocesanas con las de la Conferencia Episcopal, creando una entra San Juan de Ávila.
    - Crear blogs. diocesanos, parroquiales, personales, etc., en donde se cuelguen las investigaciones que se están haciendo sobre San Juan de Ávila y conectarlos con la página de la Conferencia Episcopal.
    - Conferencias, Congresos, Simposios, etc., que acerquen a su figura y a aspectos concretos de su vida y evangelización. Hasta ahora en algunas diócesis se ofrecen algunas charlas sobre San Juan de Ávila, sobre todo en el día de su fiesta, 10 de mayo, o en torno a ella. Esto es importante pero insuficiente. Creo que las Diócesis y también los arciprestazgos, etc. deberían organizar unos ciclos de conferencias, seminarios, minicongresos, etc. para dar a conocer más en profundidad a San Juan de Ávila, y no sólo a los sacerdotes, sino también a los laicos y consagrados.
    - Estudios interdisciplinares en colaboración con las Universidades eclesiásticas y civiles, creando, donde sea posible, una cátedra de San Juan de Ávila. Son muchas las facetas interdisciplinares dignas de profundizar, como hemos sugerido a lo largo de esta conferencia: humanismo y fe, fe y razón, economía y verdadero progreso integral, educación integral en valores, ciencia y fe, razón y fe, fe y desarrollo social, fe y vivencia de la enfermedad, ser buen ciudadano, ser buen gobernante, una ética social y global, etc.
    - Cursillos de uno o más días en los que nos adentremos más profundamente en él, y donde se puedan desgranar juntos partes fundamentales de su vida y doctrina, sobre todo a través de sus escritos. Éstos, por no ser sistemáticos necesitan una guía de lectura para coger los que más pueden venir bien en las circunstancias actuales. Son tan ricos, es un bosque tan frondoso, que puede dar miedo adentrarse en él y no entrar nunca; o adentrarse y perderse por pequeñas veredas, dejando de lado las verdaderas praderas y los manantiales de agua viva. Más de un sacerdote me ha preguntado en alguna ocasión, “¿por dónde puedo empezar a leer a San Juan de Ávila?”
    - Utilizar a San Juan de Ávila y en los retiros y Ejercicios Espirituales a sacerdotes, consagrados y laicos.
    - Que en los libros de espiritualidad y también teológicos se tengan en cuenta las obras y aportaciones de San Juan de Ávila. Ya comienzan a serlo, pero son insuficientes.
    - Indicar breves biografías que adentren a la figura de San Juan de Ávila profundas, pero al mismo tiempo fáciles de leer. Teníamos no muchas pero comienzan a abundar y habrá más en breve tiempo. Ahora corremos el riesgo de tener una sobresaturación, a veces no suficientemente discernida. Es cierto que nos falta una biografía ágil, atrayente que cree las ganas de adentrarnos mejor en el Santo Maestro, sobre todo para que la puedan entender los laicos. Nos falta todavía con San Juan de Ávila una biografía como la del insigne Tellechea sobre San Ignacio: “Ignacio, solo y a pie”. Profunda, como la que más, y ligera como una pluma, que se leía de un tirón. Recemos para que la podamos tener pronto. Mientras, están apareciendo algunas de interés, pero que creo no llegan a la altura de aquella referida sobre San Ignacio.
    • Introducir textos de San Juan de Ávila en las homilías, retiros, lectura del Breviario (hasta ahora solo una –el día de su fiesta-) por parte de obispos, sacerdotes, etc.
    • Hace falta una colección organizada por temas de sus obras, siguiendo un esquema teológico-espiritual adecuado, con unas pequeñas introducciones que ayuden a adentrarse en el texto. Un esquema válido ya lo he propuesto anteriormente. Una vez que ya tenemos sus obras completas, publicadas en la BAC, siempre como lugares de referencia, en esta colección sus textos podrían ir en un castellano más actual, cuidando siempre no traicionar la garra y sentido de sus escritos. Me refiero a cosas como: “digo a vd.”, en lugar de “a vuesa merced”. “Así tendremos buena Cuaresma y buena Pascua”, en lugar del original: “así ternemos buena Cuaresma y buena Pascua”; “soseguemos nuestro corazón dentro de nosotros” en lugar de “sosgemos nuestro corazón dentro de nosotros”. Estos cambios para actualizar su lenguaje creo que responden muy bien al espíritu de San Juan de Ávila, que hizo todo lo posible por ayudar a los demás a llegarse a las fuentes de la espiritualidad en un lenguaje comprensible. Por eso defiende poder leer la Biblia directamente y en castellano; es partidario de un Catecismo en castellano para el pueblo, aunque otro en latín más amplio para sacerdotes; traduce La imitación de Cristo, de Tomas de Kempis al castellano para que sea entendido por todos, incorporando una rica introducción; traduce el Pange lingua, y otras oraciones devocionales, y hasta el catecismo lo pone en versos cantados para se entienda y aprenda mejor. Creo que es obligación nuestra facilitar la lectura de los textos de San Juan de Ávila y hacerlos llegar al público en general. Esto no nos debe sorprender, pues lo hacemos con la misma Sagrada Escritura. Esta colección de textos de San Juan de Ávila en libros no muy grandes (150 págs. aprox) por temas teológicos y espirituales creo que debiera correr a cargo de la BAC, o EDICE, pues pertenecen a la Conferencia Episcopal, que es la promotora de la causa y divulgación del Santo Maestro. Para ello creo que habría que crear un equipo coordinador en el que estén representados los estamentos de la Conferencia Episcopal, así como expertos en la obra de San Juan de Ávila, y debería tener en cuenta textos de doctrina y vida en todas las facetas y dimensiones. Es algo parecido a lo que se hizo con Sapitientia Fidei, donde se sistematizó los tratados para los Seminarios, o en el actual Itinerario de Formación cristiana de adultos de la CEAS. Así podrían editarse por separado libros sobre: Dios Amor, el Padre, el Hijo, Espíritu Santo, Iglesia, Virgen María, Eucaristía, Sacerdocio, Vida consagrada, vocación de los cristianos laicos, Vida de los Obispos, Consejos Evangélicos, Educación, Espiritualidad, Bienaventuranzas, Oración, Reforma de la Iglesia, Transformación de la sociedad, etc. etc.
    • Al mismo tiempo, habría que poner en marcha una revista, mas o menos similar a la desaparecida Maestro Ávila, donde se recojan las investigaciones que no han podido salir en otros medios, y se contengan recensiones o anuncios de donde están apareciendo. Algo parecido a lo que está haciendo la página web de la Conferencia Episcopal, pero con más entidad y menos dispersa.
    • Que aparezcan también sus obras y artículos sobre ellas en otros idiomas, especialmente en inglés. Esto creo que es muy urgente para que su influencia siga siendo actual y universal. Ya se está haciendo con la aparición de Audi, filia en inglés y algunos escritos en italiano: San Giovanni D´Ávila. Maestro di evangelizzatori. Scritti Scelti, San Paolo, Milano, 2000. Pero esto no es suficiente. Creo que tenemos la responsabilidad de hacer que entre en lenguaje inglés más escritos y estudios, pues con ello lo ponemos a disposición de todo el mundo, y así irán apareciendo obras y artículos en otros idiomas.
    • Creo que hacen falta unos materiales adecuados para que los sacerdotes puedan dar a conocer a San Juan de Ávila, y los puedan poner en manos de los laicos:
    • 1º: Una introducción que sirva de base: Claves de su vida
    • 2º. Una serie de textos seleccionados, claves de su doctrina y vida que iluminen especialmente hoy a los laicos teniendo en cuenta las circunstancias actuales, sacados especialmente de sus cartas, Audi, filia, tratados, sermones, etc..
    • 3º Claves evangelizadoras que nos pone hoy de relieve con más ahinco.
    • Habría que estar atentos a las indicaciones que va haciendo la Conferencia Episcopal y que van a facilitar el acceso y divulgación de San Juan de Ávila: Mensaje de la CEE con motivo de la Declaración de su Doctorado Universal, comics para niños, diferentes biografías, CD con su vida, etc.
    • Dada la repercusión de los Medios de comunicación, sería muy importante hacer una película de San Juan de Ávila, bien cuidada y con todas las garantías de veracidad y autenticidad. Ya disponemos en España de estudios y compañías que lo podrían hacer. Sería un servicio extraordinario.
    - Creo que los Delegados para el Clero tenemos una gran responsabilidad y labor en la difusión de San Juan de Ávila, correspondiendo a nosotros en muchos casos el ser promotores al lado de nuestros Obispos de organizar grupos de trabajo que ayuden en sus Diócesis a la divulgación de su vida y obra, y sobre todo de su imitación, y esto no solo a los sacerdotes sino también a todo el Pueblo de Dios. Y para que San Juan de Ávila llegue a todo el Pueblo de Dios es muy importante la labor de los párrocos, capellanes, etc.

    Conclusión


    Los obispos nos dicen hoy: “El testimonio de fe del Santo Maestro sigue vivo y su voz se alza potente, humilde y actualísima ahora, en este momento crucial en que nos apremia la urgencia de una nueva evangelización”. Y como nos decían ya en el año 2000: “Por estas razones hemos presentado al Santo Padre la petición de que sea declarado Doctor de la Iglesia Universal, convencidos de que ello puede contribuir a la gloria de Dios y a la salvación de los hombres. También nosotros, como decía Pablo VI el día de la canonización, pedimos a san Juan de Ávila que ´sea favorable intercesor de las gracias que la Iglesia parece necesitar hoy más: la firmeza en la verdadera fe, el auténtico amor a la Iglesia, la santidad del clero, la fidelidad al Concilio y la imitación de Cristo tal como debe ser en los nuevos tiempos´. Que su doctrina y ejemplo influyan en nuestra vida y nos impulsen a anunciar el Evangelio a las generaciones del nuevo milenio, de tal modo que el Santo Maestro Ávila sea hoy para todo el Pueblo de Dios –laicos, consagrados y sacerdotes-, como también lo fue en su tiempo, `Maestro de evangelizadores´”. Y nos dicen en la última Asamblea plenaria: “Podemos calificarlo como el Doctor del amor de Dios a los hombres en Cristo Jesús; el maestro y el místico del beneficio de la redención”. El Papa Benedicto XVI al declararlo Doctor de la Iglesia Universal lo pone como luz en el candelero de la andadura de la Iglesia en esta etapa de anuncio de la Buena Noticia del amor de Dios a los hombres y mujeres de nuestro tiempo y de todos los tiempos. Demos gracias a Dios. Leamos a San Juan de Ávila, amémosle e imitémosle. En él encontramos un hermano, un guía, un Maestro de vida y evangelización. Ojalá que los Obispos, Delegados y Vicarios para los clero y sacerdotes recojan esta tarea y ayuden a otros a encontrarse con el aire fresco del Evangelio que nos aporta San Juan de Ávila.


    Fco. Javier Díaz Lorite
    Doctor en Teología


    1 CEE, San Juan de Ávila. Maestro de evangelizadores. Mensaje de la Conferencia Episcopal Española al Pueblo de Dios en el Vº Centenario del Nacimiento de San Juan de Ávila, EDICE, 1999.
    2 Fco. Javier Díaz Lorite, Experiencia del amor de Dios y plenitud del hombre en los escritos de San Juan de Ávila, Campillo Nevado S.A., Madrid 2007, 576 págs.
    3 Fco. Javier Díaz Lorite, “San Juan de Ávila y la formación permanente integral de los sacerdotes según Pastores dabo vobis”, en CEE, Actas del Congreso Internacional, págs. 765-788.
    4 Luis de Granada, Vida del Padre Maestro Juan de Ávila y las partes que ha de tener un predicador del evangelio, EDIBESA, Madrid 2000.
    5 luis de granada, Vida, II, 4,6, en: Obras, XVI, 79.
    6 Audi, filia (I), 2ª, 62: I, 469-470.
    7 Ibid., 3ª, 36-38: I, 493-494.
    8 Ibid., 3ª, 48-49: I, 499-500.
    9 Ibid., 6ª, 20: I, 522.
    10 Carta 58, 47-99: IV, 269-270; los subrayados de los dos primeros párrafos son nuestros.
    11 Carta 64, 20-120: IV, 284-287.
    12 Carta 81, 150-154: IV, 341: “Aprovechémonos de esta medicina para conocer cuán flacos somos, lo cual es principio de salud, y cuán miserable cosa es vivir sobre la tierra, y cuán colgados estamos de Dios, y cuánto nos ama, pasando, no a más no poder, por nosotros, mas de su gana, lo que a nosotros tan recio nos parece de sufrir”.
    13 Carta 81, 154-156: IV, 341.
    14 Carta 81, 161-165: IV, 341.
    15 Carta 81, 25-33: IV, 338.